formación empresarial bonificada

Septiembre, la vuelta al cole en formación empresarial bonificada

Septiembre es un mes que se identifica con el reinicio del curso tras el parón veraniego. En las empresas es el momento de reencontrarse con la actividad y de planificar el resto del año con visión renovada.

Dentro de ese enfoque hacia la reactivación, la formación empresarial bonificada juega un papel trascendental para mejorar la competitividad y preparar el terreno para abordar los meses que quedan con los mejores recursos.

Así como enero es el inicio del año en el calendario, septiembre lo relacionamos con la vuelta al curso y a la actividad laboral: una etapa de reagrupamiento, actualización y planificación que, si se aborda con criterio, puede marcar la hoja de ruta de la organización para cerrar el año con los mejores resultados.

Septiembre es la última oportunidad para trazar las estrategias formativas de los meses restantes del año. Esta planificación debe enmarcarse dentro de los presupuestos formativos del año 2025 y, en particular, dentro de la formación programada que se puede bonificar a través de FUNDAE.

Aprovechar este crédito formativo es crucial, ya que permite ejecutar programas de desarrollo sin que el coste recaiga en el presupuesto de las compañías. El mes de septiembre se convierte así en un punto de inflexión: una ventana para definir prioridades, distribuir recursos y alinear el aprendizaje con las metas operativas, comerciales y de capacitación.

Septiembre, un mes clave para los departamentos de Formación

En los departamentos de Formación y Recursos Humanos es un mes clave para diseñar, lanzar y gestionar la formación. Es momento de identificar posibles brechas de habilidades detectadas durante el primer semestre y de preparar a los equipos para los retos que marcarán el cierre del año.

Este reinicio no solo sirve para actualizar lo aprendido, sino que facilita la detección de áreas de mejora y la definición de planes de acción concretos: qué saber, para qué puestos, en qué plazos y con qué indicadores de éxito.

Al fin y al cabo, el aprendizaje continuo permite a las organizaciones adaptarse con agilidad a las demandas y tendencias en formación de un entorno en constante transformación.

La digitalización, la incorporación de nuevas tecnologías y la evolución de los mercados obligan a que las empresas apuesten de manera decidida por la capacitación como estrategia de sostenibilidad y crecimiento.

En un contexto en el que la competencia se intensifica y las tecnologías evolucionan a velocidad de vértigo, mantener al talento humano actualizado en competencias técnicas y transversales no es opcional: es estratégico. La formación se convierte en motor de competitividad, capaz de mejorar la productividad, la calidad de los procesos y la capacidad para innovar.

Idiomas, IA y las habilidades blandas, las áreas con más proyección formativa

Las áreas formativas que más están utilizando las organizaciones en estos momentos muestran un mix orientado al rendimiento y a la anticipación de necesidades. En primer lugar, idiomas, para facilitar la colaboración internacional, la atención al cliente multilingüe y la competencia global.

En segundo lugar, la formación en Inteligencia Artificial (IA): orientada a comprender y aplicar IA en la empresa, incluyendo IA generativa, con el objetivo de optimizar procesos, innovar productos y mejorar la toma de decisiones.

En tercer lugar, habilidades blandas, junto con la aplicación de herramientas tecnológicas para optimizar procesos comerciales y de negociación. Estas áreas reflejan la prioridad de adaptar las capacidades del equipo a un entorno donde la tecnología y la comunicación efectiva son claves para la competitividad.

Otra área muy utilizada es la Prevención de Riesgos Laborales (PRL) y la salud y seguridad en el trabajo. La formación en estos ámbitos no solo cumple con las obligaciones legales, sino que también protege a las personas y garantiza un entorno de trabajo sostenible y productivo.

Además, la formación en administración, contabilidad y gestión financiera continúa siendo esencial para la eficiencia operativa y la transparencia de la gestión.

Últimos meses para optimizar el uso del crédito formativo

Es importante subrayar que todo lo que no se invierta en formación durante estos cuatro meses, dentro del crédito formativo correspondiente al año 2025, no podrá aprovecharse. Si una empresa deja pasar este periodo, podría perder oportunidades de bonificación y de mejora de competencias que ya estaban planificadas. Por ello, septiembre debe verse como una oportunidad estratégica para planificar la optimización del crédito formativo.

En resumen, septiembre representa la vuelta al cole corporativa, una etapa clave para consolidar un plan formativo robusto que permita a las organizaciones cerrar el año con una mejor base de capacidades. La formación empresarial bonificada, cuando se planifica con criterio y se ejecuta con disciplina, se transforma en un pilar de sostenibilidad y crecimiento. Con el enfoque adecuado, las empresas pueden convertir este periodo en el impulso decisivo para transformar el talento humano en una ventaja competitiva sostenible.